Castillo Neuschwanstein. Decoración y confort.

El Castillo Neuschwanstein es un lugar mágico, con una decoración y confort fascinante, donde el rey Luis II puso a volar su fantasía, sueños y pasión por Wagner.

Se abre al público en 1886, siete semanas después de la muerte del rey Luis II de Baviera y recibe el nombre de Neuschewanstein.

Su antiguo nombre era: Neue Hohenschwangau.

En 1918, el gobierno cesó los pagos a la familia real por el concepto de gastos de representación y en 1923 pasó a ser propiedad Estado de Baviera.

Historia de la construcción de Neuschwanstein

Neuschwanstein era el lugar de refugio del rey Luis II de Baviera quien subió al trono con 18 añitos.

Al rey le tocó vivir en un período no muy positivo para Baviera. Prusia ganaba protagonismo en el escenario alemán. Baviera tuvo que aliarse a Prusia en la guerra Franco-prusiana y así perdió su independencia.

Él quería ser un monarca absoluto pero tenía poderes limitados.

En 1867 decide alejarse de la vida pública y se dedica construir sus propios castillos. Entre ellos, el Neuschwanstein que sería lugar de residencia y escenario para recrear las óperas de Wagner.

Era un proyecto de gran envergadura. La construcción de un castillo “románico” monumental de cinco plantas, sobre una montaña.

Lo que representaba todo un reto para el arquitecto de la corte hasta 1850 e inspector de obras Eduard Riedel.

En 1868 se inició el trabajo del cimiento. Se rebajó la gran roca a unos 8 metros. Y en 1869 se concluyó la carretera de acceso.

Entre los materiales se usaron: cemento para el cimiento, ladrillo para el edificio con revestimiento de piedra caliza clara.

Castillo Neuschwanstein. Decoración

De los decorados teatrales se encargó el escenógrafo de Múnich Christian Jank. Quien también recreó las escenas de ópera de Wagner.

Un mundo imaginario, poético, fascinate digno de un caballero medieval.

Por una lado, las pinturas murales del castillo tienen como tema la culpa, el amor, la penitencia y la salvación.

Y por otro, los pesonajes son caballeros medievales, reyes, poetas y parejas de amantes.

El cisne es otro tema principal en el decorado. El cisne era el animal heráldico de los condes Schwangau, símbolo de pureza cristiana.

En la sala del trono se representan las ideologías políticas del rey, como él se imaginaba, una monarquía mantenida “por la gracias de Dios”.

No hay duda que, Luis II se veía a sí mismo como mediador entre Dios y el mundo. Eso se aprecia en la sala del trono muy lujosa, da la impresión de ser un lugar sagrado, una mezcla de iglesia y trono.

Decorada con muchas imágenes religiosa de Jesús, los apóstoles, pasajes bíblicos e imágenes de reyes como Luis IX de Francia, Fernando de España.

En todas las estancias los textiles son exhuberantes, de seda en azul o rojo, lujosos con bordados de figuras de leones, cisnes, escudos y azucenas en oro y orla. Y en el tocador un grifo de agua en forma de cisne plateado.

Luis II no llegó a vivir para ver el pomposo candelabro con 96 velas que cuelga en la sala del trono.

Sagas medievales en la decoración

Neuschwanstein es un espejo de todos los elementos fantásticos y
sagas medievales que tomó Wagner para sus óperas.

Por ejemplo, en el dormitorio el motivo central es la leyenda de Tristán e Isolda. Y en el despacho la Saga del trovador Tannhäuser.

En el salón las pinturas representan la Saga de Lohengrin con la que el rey se identifica por tema de los cabablleros del Grial y el cisne.

En el salón de los cantores destaca la Saga de Parsifal.

El vestíbulo está decorado con la Saga de Sigurd y el vestíbulo superior la Saga de Gudrun.

Castillo Neuschwanstein. Confort

El castillo presumia de las técnicas más avanzadas de la época.

-Calefacción en las habitaciones.

-Todas plantas disponían de agua corriente y la cocina de agua caliente.

-Los inodoros tenían desagües automáticos.

-En el tercer y cuarto piso existía una conexión telefónica.

-Grandes ventanales brindaban una excelente iluminación durante el día, elemento arquitectónico poco común para la época.

-Una cocina equipada con las técnicas más modernas del entonces y una parrillera empotrada para calentar platos.

No en vano muchos se referían al rey Luis II de Baviera como “el rey loco”.

¡Ven a conocer el Castillo Neuschwanstein, te quedarás con la boca abierta con el derroche de glamour de Luis II!